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domingo, 29 de julio de 2012

Cienfuegos. Cuba. Una de las más bellas bahías del mar Caribe.

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Después de una breve pero intensa jornada en Trinidad, a las ocho de la mañana cogí de nuevo la guagua camino Cienfuegos: una ciudad de Cuba capital de la provincia del mismo nombre. Cuando iba a sacar el billete para el viaje, tuve una visión y me pareció ver a Ernesto Guevara, el "Che", pero fue solamente una ilusión...



Cienfuegos es una ciudad marinera y una de las más bellas bahías del mar Caribe que le valió el nombre de perla del Sur en la época colonial.


Allí me esperaba Esperancita, la dueña de la casa donde me alojaría, porque en Cuba lo normal es hospedarse en casas mejor que en hoteles, así conoces a sus gentes y su pensar, el día a día y todo su cultura.


Fuimos paseando por El Malecón que no tiene nada que envidiar al de La Habana, aunque este es un poco más chiquito y rodeado de palmeras. Nuestra intención era coger un barquito para ir al castillo de Jagua, pero nuestras ilusiones se desvanecieron cuando a llegar al puerto nos dijeron que nuestro medio de transporte se había estropeado.

 Así que optamos por un plan "B", que siempre es importante tener para poder recurrir a el en tiempos en que las cosas que pensamos hacer se tuercen. Este Plan "B" suele ser siempre mejor que la primera idea pensada y es que aunque nosotros hagamos planes, el destino siempre nos depara algo mejor y más interesante...


En esta ocasión, mi plan "B" consistió en coger un taxi que me llevase a la playa de "Rancholuna"y poder disfrutar de mi único día de playa en la isla de Cuba. Una playa preciosa donde pude hacer esnórkel, pero esa es otra historia que os contaré otro día...


Después de un día intenso de playa, regresé a casa de Esperancita para darme una ducha rápida y salí a recorrer las calles de Cienfuegos con mi cámara y trípode en mano para inmortalizar tan bella ciudad.

Todo el mundo me miraba y hacía preguntas muy amablemente, aunque siempre te intentan liar un poco, pero sin llegar a agobiar y siempre muy educados.

Esa noche conocí al dueño de un "paladar" como llaman allí los cubanos a los restaurantes, que me invitó amablemente a un coctel mientras tomaba una instantánea de su restaurante, con la misma amabilidad pospuse la invitación para más tarde porque tenía que seguir caminando  por la ciudad para ver lo que me deparaba el destino...

Y el destino es sabio, unos pasos más adelante me encontré a un señor con una bicitaxi que portaba una foto del "Che" pintada en la delantera de su carrocería que llamó la atención de mi cámara y a la que pedí permiso para inmortalizar. Enseguida surgió una cálida relación con el conductor que me invitó a subir a su bicitaxi para buscar retratos del "Che" por toda la ciudad.



Nos pusimos en camino en busca de los interesantes retratos de tan ilustre personaje como si a la caza del tesoro fuéramos. En nuestro trayecto, el chofer no iba en silencio sino contando un montón de historias.

Su nombre era Nelson y había sido corredor de bici profesional, nunca pudo salir del país para competir en otros lugares, pero estaba feliz y llevaba una camiseta de hacía once años y unos "tenis" como así llaman ellos a las deportivas, que tenía 15 años. Ahora, ya retirado de la competición, se dedicaba con su bicitaxi a dar paseos a los turistas.

 Todo un personaje este Nelson que me llevó de nuevo a casa, donde me esperaba Esperancita con una sonrisa dibujada en su cara. Sus palabras fueron estas: "Ya sabía yo que en esta bicitaxi solo podía venir "mi turista".


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