Pocos escenarios en Cuba exhiben tanta belleza natural como Pinar del Río. Bendecida por la naturaleza, atesora dos de las seis Reservas Mundiales de la Biosfera existentes en la Isla. El encanto de su flora y fauna constituye un atractivo fundamental en la provincia.
El color inunda el paisaje. Su impresionante frondosidad de la que no se libran ni los postes de la luz. Sus espectaculares mogotes de escarpadas paredes y rebosantes de vegetación, gigantescas formaciones que semejan panes de azúcar, parecen centinelas de piedra que vigilan los maizales y los tabacales, la tierra rojiza con majestuosas palmeras reales.
Y las casa rodeadas de hojas de palma.
Sus gentes son amables y sencillas, viven en medio del paraíso y son conscientes de ello.
Las ropas parecen bailar al son del aire y se secan antes de la tormenta, que cae refrescando por unos momentos el ambiente. Luego de nuevo sale el sol tímidamente y al rato vuelve a esconderse...
Todo es sobrecogedor, la complicidad entre la naturaleza y el silencio hace que el visitante se sienta dueño de una belleza natural majestuosa, que se halla por todas partes.
Los habitantes se refugian en sus casas y solo se oye el sonido de la lluvia y su olor.
Solo una vieja bomba de agua es testigo del pequeño aguacero que cae mientras el silencio reina en este paraíso.
Lastima que mi taxi está esperando para partir de nuevo hacia La Habana, ha sido un día de recogimiento y dèjá vu. Pero La Habana es otra historia...también sacada de cuento...
El valle es una delicia para la vista y para el descanso del espiritu. Quiero una casita como esta para poder soñar y dejar volar el espíritu...
Conchy Aísa
Conchy Aísa
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